Los recientes mediáticos, populistas, y/o calamitosos acontecimientos en Francia no son apenas otra cosa que la punta del iceberg faroleada de una complejidad más geopolítica que demográfica interna como se pretende agitarse. La primera dimensión se refiere a un pulso exterior articulado desde la salida del Reino Unido de la Unión Europea, el Brexit, luego el espantoso ascenso turco en el mediterráneo y su emancipación regional como resurrección rencorosa más que una potencia emergente. Es decir, nada que ver como pretende aparecer en un conflicto demográfico integrista con los supuestos valores de la república francesa. Supuestos, digo, dado que el polémico lema de agitación, el laicismo ni siquiera forma parte de las divisas republicanas estampadas constitucionalmente en el párrafo cuarto del art. 2 de la Constitución del 1958, aunque sí forma parte de la definición precedente en el art. 1 «La France est une République indivisible, laïque, démocratique et sociale», que asegura, sin embargo, la igualdad por razón de raza, sexo, o religión, y eso sí, la fraternidad. Este artículo intentara descifrar los motivos espurios de un conflicto geopolítico por la homonimia promovido principalmente por Arabia Saudita y Francia.