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¿tiempo de renovación o emancipación?
Versión española censurada, NO publicado!
El 6 de abril trascendió la noticia del fallecimiento del presidente de la CIE (Comisión Islámica de España), víctima del Codiv-19. Riay Tatary presidió la comisión desde 1992, fecha de su fundación por el acuerdo del Estado con la comunidad Islámica de España.
La comisión, creada al efecto por el acuerdo del Estado, no sólo fue un referente de perplejidad, disidencia, fisuras y anacronía, incluso un espantapájaros decepcionante tanto para el Estado como para los propios musulmanes de España. Desde su constitución negó flagrantemente la adopción de reglamentos, celebración de elecciones, manipuló el poder arbitrariamente, hechos que motivaron su intervenido por el Estado en sendas ocasiones. En 2011, intervino el ministerio inscribiendo ciertas entidades, ya que éste se negaba a inscribirles. Al mismo efecto, se le emplazó para la adopción de un reglamento, y celebrar elecciones, un requerimiento y emplazamiento que nunca fue cumplido. En verano del 2015, tras décadas de espera, convocó junta general, en Madrid, pero aquella terminó con la intervención de antidisturbios desalojando la sala por los altercados acontecidos entonces.
En sus años de férrea presidencia solo se preocupó por exigir el cumplimiento de los acuerdos por parte del Estado, cuando él mismo incumplía la suya, cuyo resultado se ha visto claro entre los feligreses, y más agudizado entre las nuevas generaciones. Los musulmanes de España se vieron acorralados, esquizofrénicos entre un organismo inerte, apenas sirve a la burocracia y el mantenimiento de la oligarquía, y la interferencia de otros países, de origen de la inmigración, rellenando el vacío del patriarcado y el liderazgo de la fe. En lugar de ser cuna de forjamento de unidad e integración, no sirvió más que a disidencia y la desintegración.
Por su parte, el acuerdo padece graves defectos y deficiencias, fue adoptado por analogía e igualdad con la ideología católica, garantizando funciones y derechos inexistentes en el Islam, lo que permitió grandes fugas y lagunas para financiación improductiva e in-operatividad. Además de la ignorancia conceptual del Islam, el Estado estaba llamado a establecer simetría religiosa, pero con la confesión de referencia, la católica. Ni en el Islam, ni el Judaísmo existen asistencia religiosa penitenciaria, ni hospitalaria, ni existe la santa confesión como tal, entre muchos otros fundamentos y derechos caóticos para las fuerzas armadas, y la educación, apenas sirvieron como argumento para exigir instrumentos y fondos para ello, es decir, fuentes de derroche y financiación difusa. Es improductivo imponer una regulación simétrica entre diferentes ideologías, en lugar de crearse una asimetría equitativa que atiende cada particularidad concreta, sin embargo el acuerdo exactamente se proyectaba en esa dirección.
El Estado también se vio acorralado en la misma ratonera. Un sujeto que niega a cumplir, se encubre por la propia normativa, entidad independiente, que no es posible ni intervenirle, ni relevarlo. Se dio incluso el ejemplo de que si se permitiese la intervención del Estado y la remoción de éste, entonces el siguiente podría ser el presidente de la conferencia episcopal, cosa impensable en nuestro ordenamiento jurídico. Para salir del paso fue la iniciativa de la fundación pluralismo y convivencia, como un ente ad-hoc, teóricamente, o así debería haber sido, aunque lo mismo, acabó siendo unicamente representado por el Estado, o mediador entre éste y la CIE, en el concreto caso, y para salir del paso en cuestiones puntuales, tanto como sea posible. Es decir, un parche más para la montaña de parches y pegatinas.
Ahora, con la crisis actual, los musulmanes españoles de repente se les estrechó el circo. Un patriarcado inerte durante décadas, los países de referencia cerraron sus fronteras y se niegan recibir los sepulcros para que sean enterrados en su territorio. No estuvieron en frívolo sueño, pero por lo menos, pensaban haberse asegurado la espalda ante la dejadez y ausencia del poder en España. De repente, ni estructuras jurídicas, ni organigrama de poder, ni cementerios, ni tanatorios, ni funerarias, ni siquiera forma de traslados al exterior para la inhumación. Lo más vergonzoso fue la intervención de varios cónsules de marruecos en defensa de sus ciudadanos, dicen, para gestionar la inhumación. A pesar de que muchos de éstos no son sus súbditos, ya que lo que son de origen marroquí, habrían renunciado a su nacionalidad una vez adquirida la española, y los que no lo son, o muchos son españoles conversos, o de otras procedencias, nada tienen que ver con marruecos, pero el reino alawi alega ser líder universal, y esa es la mejor oportunidad para hacerse visible, y plasmar su liderazgo. Una intención que ya estaba, además, programada, ya que Arabia Saudí se redujo su apoyo la liga Islámica Internacional, con drástica reducción de financiación desde 2018. Es decir, es el momento más preciso para que el liderazgo marroquí emerja y tome el relevo.
Ahora, persiste la pregunta, tanto urgida por esa crisis, y lo que estará lastrando, pero también la partida de Tatary, ¿será tiempo de renovación, o emancipación?
Si es tiempo de renovación, entonces el siguiente callejón es aún más oscuro, y estrecho, por un lado, el surgimiento del patriarcado marroquí que se aprovechó la ocasión para alzarse, y por otro, el vacío del poder que deja Tatary no es un vacío cualquiera. Pues deja una entidad plagada de contiendas, contradicciones, y divisiones por dentro, y por fuera, con toda la comunidad islámica trastornada con esquizofrenia crónica y crisis de pertinencia, que de por sí, acondiciona su identidad y el libre ejercicio de su libertad religiosa.
Pero si realmente los musulmanes de España se emancipen tras todos estos hechos, ahora, más que nunca, es la mejor e irremediable oportunidad para hacerlo, deberán hacerlo de una vez por todas. Una emancipación que primero debería dejar atrás el rencor de Tatary, la disidencia institucional, y las fisuras sociales que dejó, o todavía dejará, la pandemia, hacía un forjamento de identidad y pertinencia nacional, española. Todos tienen derecho a su libre creencia, pero siendo fielmente ciudadanos, exigir ese hecho, y envolverse en ello, y en ese mismo orden. Sería el ángulo para cerrar la puerta a la injerencia externa, y tener nueva estructura doble administrativa y patriarcal autóctona. Pues la propia ideología islámica lo requiere y lo establece, nadie pertenece a nadie, ideología global, pero patriarcado practico local, debería tenerse su propio patriarca, unidad ideológica, y estructura administrativa responsiva tanto a sus necesidades, como a los futuros requerimientos del Estado, que también debe poner de su parte mayor esfuerzo de respuesta e integración, y sin lugar a duda, poner en marcha un proyecto de reforma integral de ese inerte acuerdo de 1992.