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Resumen. El Shíismo es un misterio para el mundo occidental. Incluso agencias de inteligencia y seguridad ignoran distinguirlo ni saber quién es quién bajo paraguas islámico. La reciente prohibición alemana de Hezbollah, y todas sus actividades legadas, es un importante logro de todo orden que debe entenderse su ideología, y las repercusiones de seguridad nacional, de orden público, y lo que supone mantener esa confusión del Shíismo, que en España esta gozando de grandes ventajas y estatus legal, como último feudo y paraíso en Europa.
Alemania acaba de prohibir el instrumento internacional del shíismo iraní, denominado por antonomasia Hizbullah (alianza de Dios), en árabe. A pesar de que esa organización fue clasificada como organización terrorista por la Unión Europea mucho antes, desde 2013, pero se mantenía el brazo ideológico considerándolo dentro de la libertad de creencia.
En España todavía no se ha tomado ningún paso al respecto. Todo lo contrario, los Shías antes no formaban parte de la Comisión Islámica de España, ya que el resto de los musulmanes no les admitían como tal, pero fue el Ministerio de Justicia quien intervino forzando su inscripción e inclusión en el registro de entidades religiosas en 2011. Así y desde entonces operan en España bajo varias denominaciones y propósitos, financiados indirectamente, a través de complejas redes de mecenazgo, ligadas a Irán. Tienen hasta un colegio privado en el barrio de Carabanchel de Madrid que dirige selectivas becas y ayudas a la escolarización a no chíis con el objetivo de su adoctrinamiento y conversión.
El paraíso del Shíismo, o su núcleo es Irán. La ideología que confiesa Irán, autoproclamada como república islámica, es el Shíismo, o Chíismo. Una secta que se auto-identifica como perteneciente al Islam. Los shiás a diferencia del protestantismo cristiano niegan dominarse protestantes. Es decir, cuando los protestantes formularon su reformista protesta partieron desde esa misma acepción, una protesta a la oligarquía católica. Sin embargo los shiás, por su propio nombre, dicen ser los originarios discípulos del segundo nieto del profeta del Islam, hijo menor de su primo y cuarto sucesor. Esa definición conceptual es crucial, ya que el Islam, como tal, es decir, las instituciones troncales del Islam consideran al Shíismo como protestantes, renegadores, por ello no les incluyen bajo el paraguas común del Islam. De ahí nace la primera diferencia de denominación, para el Islam los shiás son denominados protestantes o renegadores, mientras ellos mismos niegan esa alusión y se auto-identifican como shiá, es decir partidarios discípulos. Esa distinción y tratamiento la sabrán cuidar minuciosamente diplomáticos y protocolarios, referirse a un shía ante un musulmán como protestante es una complacencia, mientras que llamar a un shía protestante, es una grave ofensa.
Dentro del mismo shíismo existen varias fracciones y escuelas, pero la dominante es la llamada Imamía, es decir, patriarcal, que compone aproximadamente el 90% del conjunto de los shiás, que afirman suponer el 10% del conjunto de los musulmanes del mundo.
Ahora bien, la doctrina shíi, entre otros mitos, se rige por la santificación de doce discípulos. Descienden en la línea del segundo nieto del profeta del Islam, su santo mayor (Husein). Pero el último de los doce es un misterioso – mítico desconocido, dicen haberlo perdido, o haberse desaparecido en un pozo de Bagdad, actual capital de Iraq, sobre el año 940 DC. Por ello su nombre llamado el Santo Mehdi (Imam Mehdi), pero también conocido con muchos otros apodos como el desaparecido, el esperado…etc. Según sus enseñanzas, y a pesar de ser ese el duodecimal nieto del nieto del profeta, es decir, vendría a ocupar el puesto decimocuarto de la línea, y que por tanto de catorce generaciones posteriores, dicen y afirman que ese es el salvador del Universo, a quien esperan su regreso para re-establecer la justicia y acabar con las atrocidades humanas de la tierra, allanando el camino para el retorno de Cristo el Salvador.
La idea del salvador, o del anticristo es un mito común que aúne muchas ideologías, no solamente las monoteístas, incluso alguna doctrina pagana y de la antigua Grecia. Que en algún momento, se espera la aparición de un salvador del universo, asqueado por el caos, la injusticia y las atrocidades humanas, para imponer justicia, re-establecer el orden, y justiciar a los in-justiciados.
Pero ninguna doctrina sostiene la idea de propiciar, ni luchar para imponer la injusticia, el desorden, las atrocidades, el derrame de sangre para acelerar o urgir la reaparición de su esperado salvador, sin embargo el Shíismo sí lo sostiene.
La doctrina shíi que hoy día ocupa el poder político de Irán sostiene esa idea en dos vertientes. La primera, el mandatario supremo de la revolución iraní, que representa la figura del Patriarca del Estado. Una figura específica del sistema Iraní, por encima del propio jefe del estado, como presidente de la república electo por el pueblo, pero encima de ello el mando supremo de todos los poderes, ostenta su poder de la figura mítica de aquel salvador, el mítico duodecimal desaparecido en el pozo hace más de doce siglos. Es decir, la llamada república islámica de Irán, no ostenta sus poderes políticos de Dios como podríamos entender, o aparecernos. Todo lo contrario, la figura de Dios, omnipotente, creador del mundo no aparece como tal en sus enseñanzas, sino su tributo lo rinden única y exclusivamente a sus santos, ostentando el poder del duodécimo de ellos, llamado el desaparecido, y precedido con el tratamiento (A.J.), que significaría, en árabe, «Acelerará Dios su Reaparición».
La segunda cuestión, y la que nos interesa, es que la doctrina política de la república islámica de Irán, que tiene como único objetivo impulsar la malicia, el derrame de sangre, el caos, el desorden mundial no como instrumento táctico, sino como un objetivo propiamente como tal para urgir con ello la reaparición de su esperado santo. Lo hace sirviendo a su causa y luchando para su reaparición.
Uno de sus ejemplos más tajantes es su constante amenaza al templo sagrado del Islam, lugar de peregrinación y dirección de oración sito en Arabia Saudí, llamado el cuadriculo, en árabe Alqaba. En la ideología islámica una de las señales incipientes del fin del mundo es el derrumbe de este templo. Cuando ese hecho se produzca, dará el eminente anuncio del fin del mundo. Por tanto, los shíis siempre tienen por objetivo dirigir sus ataques y a derribar ese templo, para acelerar con ello su esperado fin del mundo, e impulsar la aparición, o “reaparición”, de su mítico salvador. Por ello, las milicias huthíes, pro-iraníes, en el sur de la península arábiga, en Yemen, han dirigido varios ataques con misiles balísticos a ese templo, siendo interceptados reiteradamente por las defensas aéreas saudíes desde el comienzo de la desestabilización del sur de la península arábiga desde los años 2014. Hechos que llevaron al reino saudita a instar a la ONU y el consejo de Seguridad tomar medidas al respecto.
Hasta aquí podemos entender ese ansioso interés del shíismo postulado por el poder iraní en sus incesantes guerras, y derrame de sangre. Desde su ascenso al poder por la revolución iraní en 1979, primero la incursión en la embajada estadounidense en Tehrán y la toma de rehenes, la posterior guerra con Iraq 1980-1988, la posterior desestabilización y colonización de facto de Iraq desde 2003 hasta la actualidad, el sur del Líbano, y Siria, todo ello en búsqueda de enfrentamiento con Israel, ya que es otro de los mitos del shíismo, es que el fin del mundo se dará con la derrota del judaísmo.
Se expanden tácticamente proyectados hacía sus objetivos. Recientemente en el norte de áfrica, concretamente en Túnez y Argelia, desde la desestabilización de estos países por las revoluciones de la última década, pero con el fin de poner en jaque al sur de Europa, aprovechando miseros núcleos de población de esos países para un futuro impulso de revoluciones sociales de las clases más desfavorecidas y dar lugar a una oleada de desestabilización humana en el sur de Europa. No existe otro objetivo que cundir el caos, el desorden, el derrame de sangre para acelerar la reaparición de su salvador. En Nueva York y Michigan, concretamente en la ciudad de Detroit, sede del consejo superior del Shíismo de las Américas, junto con Ecuador, su reciente aterrizaje sudamericano desde 2015, desde que se llevan anualmente a miles de becarios ecuatorianos para realizar estudios superiores en Irán.
Precisamente los países fronterizos del norte y del este de Irán, no forman parte de su pulso geopolítico. No entran en sus planes de extensión ni las repúblicas ex-soviéticas, ni Afganistán, ni ningún interés en el sudeste asiático, considerados paganos. Todo aquello no forma parte de la hoja de ruta de sus relatos, salvo, quizás, instrumentalizarlos contra otros para alcanzar su fin mítico, cundir el caos, derramar sangre, y violaciones, hechos que urgirían la reaparición de su salvador.
Foto de ilustración. pasaportes al paraíso, los credenciales que otorgan las autoridades shíis a sus fieles luchadores que deciden entregr sus vidas por la causa del Shíismo.